DIGITALIZACION, RELOCALIZACION DE LAS EMPRESAS Y MOVILIDAD VERDE: LAS HUELLAS DE LA CRISIS QUE HAN VENIDO PARA QUEDARSE
Cuando la covid-19 desembarcó en España, sacudió los cimientos de la sociedad tal y como la conocíamos. Todas las dinámicas que hasta el momento se habían dado por sentadas dejaron de ser válidas, y el país se adentró en lo que muchos se han apresurado a calificar como “la peor crisis desde la Guerra Civil”.
Por supuesto, dos semanas de confinamiento y otros dos meses de actividad a medio gas abocaron a la economía hacia la recesión. Y, aunque el nivel de la actividad en los polígonos industriales valencianos ha sido de entre el 60 y el 80% en plena pandemia, los beneficios han caído estrepitosamente para la inmensa mayoría de los sectores productivos.
La industria teme dar con sus huesos en una crisis tan dura como la de 2008, y por eso el ambiente generalizado que se respira es el de la lucha continua y la recuperación. Porque sí, la situación es difícil, pero las empresas valencianas están peleando por adaptarse hasta las últimas consecuencias. Y eso pasa, indudablemente, por cuestionarse lo viejo, destruir lo que ya no sirve y dar la bienvenida a lo nuevo: ¿qué es lo que ha aprendido la industria valenciana del coronavirus?
Las dos primeras décadas del siglo XXI han estado marcadas por la revolución de las tecnologías de la información y de la comunicación, amigablemente conocidas como TIC. Sin embargo, el mercado laboral español siempre se ha caracterizado por hacerse mucho de rogar en este aspecto. El trabajo presencial y el factor cara a cara eran dos realidades tan profundamente arraigadas en el ADN nacional que era prácticamente imposible imaginar un mundo en el que fuera obligatorio (e incluso plausible) trabajar desde casa.
Pero son las grandes crisis las que agudizan el ingenio, y la necesidad siempre triunfa donde fracasó la voluntad. El crudo azote del coronavirus, con sus dos largos meses de letargo doméstico, consiguió avanzar todo lo que no se había avanzado en veinte años: El covid-19 ha implantado en dos semanas, procesos digitales, que no se esperaban hasta dentro de cuatro años. Hemos aprendido a utilizar herramientas, hemos comprado equipos nuevos y hemos adaptado nuestras casas.